jueves, 19 de noviembre de 2009

Gente que te cagas (cuento?)


Wenceslao tiene la culpa. No le deis más vueltas al asunto porque es perder el tiempo. Él, justamente él estuvo un buen rato junto al banco donde la vieron por última vez. Él estaba allí mientras esperaba el autobús; me lo dijo el propio Wenceslao. Me dijo que la niña jugaba en el banco con el osito de trapo, el osito que encontraron en la papelera... Ya sabéis... el osito. El muy cabrón la vio sola y no hizo nada. Llegó su autobús y hala... Sí, me lo comentó él mismo, el propio Wenceslao y me lo soltó como si hiciera una gracia. Ya os digo, la vio y no hizo nada...

Sí... para mí un café con leche y un croissant... Y con la leche muy cliente por favor...  Como si hiciera una gracia, ¿podéis creerlo? Yo no puedo con la gente así. Los tipos como Wenceslao me revientan; es que no los soporto...

¿A estas horas y pides una cerveza...? Pero hombre, Jaime... En fin, tú mismo... Aquella mañana supe que pasaba algo nada más verlo entrar. Con verlo tuve bastante. Tenía esa cara..., esa sonrisita... Bueno, ¿que os voy a explicar a vosotros...? Sabéis muy bien lo que quiero decir. Todo el mundo conoce la cara que pone Wenceslao cuando la caga, ¿verdad? Estoy seguro que en cuanto lo sepa la policía lo interrogarán. Es cuestión de tiempo. Sé muy bien de lo que hablo. Eso si no lo detienen porque lo de Wenceslao no tiene nombre.

Porque..., vamos a ver... ¿Qué hubiera hecho cualquiera de nosotros si se encuentra con una cosa así? ¿Eh...? ¿Tengo o no tengo razón...? Pero es que la gente es la hostia; nadie mueve un dedo si no es en su propio beneficio, ¡nadie! ¿No os pasa lo mismo a vosotros...? ¿No sentís vergüenza ajena...?

¡Joder, que asco! ¡Esto está tibio...! ¡Camarero...! Por favor... Es el café con leche...; lo he pedido muy caliente y está templado. Me gusta muy caliente, ¿lo podrían calentar un poco, por favor? Gracias...

A ver; yo me pregunto... ¿Cómo pudo estar junto a la niña y no hacer nada? Porque la cosa estaba muy clara. Imaginaos que sois vosotros, los que os encontráis en aquella situación..., ¿qué hacéis, eh? ¿Qué hacéis...?

No Andrés, no digas nada, es una pregunta retórica, tío. Es cómo afirmar algo, Andrés; se dice así porque sabes que los que te escuchan están más o menos en tu onda. ¡Que te entienden, vaya...! Bueno, calla y déjame acabar... ¿Por dónde iba...? Ah, sí, ya sé...

Ahora todo el mundo piensa en la madre de la niña. Que si fue negligente, que si patatín, que si patatán... Yo soy padre; y tú, y tú también... Tú no, Andrés, pero en cuanto lo seas sabrás de lo que hablo.

¿Es que vosotros no habéis perdido de vista a vuestros hijos alguna vez cuando los lleváis de paseo? En el parque, por ejemplo... ¿No os ha pasado alguna vez que levantáis los ojos del periódico y veis que vuestro hijo se ha salido del corralito? Es que hay que ver cómo son esos cabroncillos; no se están quietos ni un momento. Hay que estar en ellos, claro, pero lo hagas como lo hagas alguna vez se te escabullen. Son como anguilas, ¿tengo o no tengo razón?

Ahora todo el mundo apunta a la madre. Es lo más fácil, lo más cómodo, pero nadie piensa que la pobre ya tiene su calvario. Señalarla con el dedo es injusto. ¿La habéis visto por televisión? Habéis visto cómo lloraba, la desdichada? Ponía los pelos de punta...

Aunque..., si lo miras bien... También es verdad que esta gente... Porque la madre es rumana, ¿verdad? Yo no soy racista, que conste, pero todo el mundo sabe que no te puedes fiar de los rumanos; a la que pueden te la juegan. Son como gitanos. Vamos, ¡es que son gitanos!

Esa gente tiene otros valores; no han tenido una educación... De acuerdo, de auerdo...; la madre tenía que cuidar otros tres hijos pequeños, pero... ¿Y el padre, eh...? ¿Dónde estaba el padre mientras su hija se extraviaba y caía en las manos de esos pedófilos, o de lo que sea que le haya podido pasar a la pobre niñita? ¡Hombreee!

Es que ya no sé donde iremos a parar con tanto maricón suelto y tanto pedófilo por las calles. Vamos a tener que llevar amarrados a nuestros hijos y ni así estarán nunca seguros. ¿Dónde está la policía cuando la necesitas, dónde...? Se pasan el día poniéndote multas en lugar de perseguir a los delincuentes como es su obligación.

Y es que en estos últimos años nos está llegando una gente que te cagas... Las carreteras llenas de putas y hay barrios dónde ya no puedes ni acercarte con tanto moro y tanto negro. Y ahora, además, los chinos... ¿Y qué me decís de todos esos indios cabezones y retacos que nos llegan de Bolivia o de Colombia, o ves a saber de dónde...?

La culpa la tiene el Gobierno, que no hace nada. Y es que este país ya no es serio. Dicen que no podemos estirar más el brazo que la manga, que la Seguridad Social se arruina... Y mientras tanto venga a llegar gente y el Gobierno mirando hacia otro lado. Y en cuanto llegan, no falla, ¡todos al médico! ¿Habéis visto cómo están la consultas en los ambulatorios? ¿Lo habéis visto...? Y es que ya no puedes ni ponerte enfermo. Vas el médico y la consulta está llena de marroquíes y sudacas. ¡Sieeempre están enfermos! ¿Os habéis dado cuenta? Siempre enfermos. Claro; ¿así cómo queréis que la Seguridad Social aguante...?

Y mirad, mirad los colegios... Allí dónde hay emigrantes la educación se va a la mierda y los padres tenemos que sacar a nuestros hijos si queremos que reciban una educación como Dios manda. Todo se va a la mierda y el Gobierno de brazos cruzados. ¡Mierda de Gobierno!

Pero..., ¿no es Wenceslao, el que acaba de entrar? ¡Joder, son casi las diez...! Me vais a tener que perdonar pero es que debo acabar un asunto antes de las once y se me hace tarde. Oye Jaime, majo, págame el café y hacemos cuentas arriba, ¿vale? Hazme ese favor hombre. Venga; hasta luego. Ya me diréis algo para ir a comer.