miércoles, 4 de octubre de 2006

Plan de ahorros (cuenta)

Empiezo a preguntarme cual será el precio que acabaremos pagando por asistir como convidados de piedra al espectáculo cirquense que insisten en ofrecernos día tras día determinadas tribunas políticas y mediáticas. La impunidad con la que actúan los descerebrados que se empeñan en agitar temerariamente las banderas de la mentira y la difamación, del odio en definitiva, me indigna, me hiere. La doblez de sentimientos comienza a resultar inevitable y la confusión y las ganas de abandonarse al impulso de lo más primario representa ya una amenaza tangible incluso para las mentes más lúcidas. Y es que también el pensamiento acabará desistiendo, emborronado, asfixiado bajo el peso de la rabia.

Aquellos que hayan dejado atrás los cuarenta podrán reconocer fácilmente lo que está ocurriendo; es tan simple como estremecedor, es el dejà vu de una pesadilla en blanco y negro. Rememorando tiempos no tan lejanos, la “insensatez organizada” se esmera en imponer y extender una práctica política tan execrable como peligrosa donde la falta absoluta de reconocimiento del otro y la ignorancia interesada de la noción del respeto mutuo constituyen la parte esencial de su discurso; y en el colmo de la desvergüenza pretenden generalizar como único principio de actuación válido la destrucción del adversario, en un juego tan soez como insensato que nada tiene que ver con la legítima confrontación de intereses que permite el escenario democrático.

Observando como actúan estos sujetos no puedo evitar evocar con cierta angustia la total ausencia de escrúpulos, la mugre política y cultural de los últimos años del franquismo ―que de los otros mejor no hablar― y de los años de la llamada transición; imagino que es aquí donde cabe buscar la causa de la miseria moral en la que han sido amamantados personajes tan siniestros como Zaplana, Jiménez Losantos, Alcaraz... y tantos otros.

¿Qué acabará constándonos todo esto? Si nadie reacciona lo mejor será que comencemos a ahorrar cuanto antes porque el precio será muy caro.